Los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 marcaron un antes y un después en la historia del deporte chileno. En la capital griega, Chile logró por primera vez alcanzar la gloria olímpica, luego de la hazaña conseguida por Nicolás Massú y Fernando González, ganadores de tres medallas en suelo heleno. “Nico” destacó con los oros conseguidos en singles y dobles junto a Fernando, mientras que este último también sumó un bronce en individuales.
El viñamarino, que arribó a Grecia sin victorias en superficies rápidas durante ese año (0-7), redobló esfuerzos para obtener los resultados más trascendentales de su carrera. A pesar de ser el décimo favorito del cuadro individual, tuvo que debutar ante el brasileño Gustavo Kuerten (20º) , tres veces campeón de Roland Garros y exnúmero uno del mundo. Tras superar al referente latinoamericano por 6-3, 3-6 y 7-5 en un complicado estreno, pasó menos zozobras para eliminar al estadounidense Vincent Spadea (23º) por 7-6 (2) y 6-3.
En la tercera ronda, nuevamente debió exigirse al máximo para sacarse del camino al ruso Igor Andreev (52º) por 6-3, 6-7 (4) y 6-4. En los cuartos de final apareció un rival de fuste: el español Carlos Moya (4º), también otrora líder del ranking planetario. No obstante, el “Vampiro” jugó su mejor partido en el certamen —hasta ese momento— al batirlo por 6-2 y 7-5.
Pero no solo Massú rendía, ya que Fernando González (21º) también avanzaba a paso firme, luego de haber doblegado al griego Konstantinos Economidis (235º), al surcoreano Hyung-Taik Lee (76º), al estadounidense Andy Roddick (2º) y al francés Sebastien Grosjean (12º) para instalarse dentro de la fase de los cuatro mejores.
A mitad de esa semana, todo Chile ya se ilusionaba con una inédita final olímpica entre connacionales. Massú sacó adelante la tarea, luego de vencer al estadounidense Taylor Dent (28º) por 7-6 (5) y 6-1, sin embargo, el “Bombardero de La Reina” no pudo sumarse a la definición soñada. Tras haber ganado el primer set por 6-3 ante el norteamericano Mardy Fish (35º), se torció el tobillo derecho a inicios del segundo parcial, merma que le imposibilitó desplegar su mejor nivel y terminó cayendo en tres mangas.